A vueltas con un grafiti en una pared en mi pueblo, me he
dado cuenta, que cada vez somos menos libres. Todo se va convirtiendo en una
imposición, ya no solo de leyes. De pensamientos.
La libertad de pensamiento, creencias, tendencia política,
sexualidad o Arte, viene impuesta por una turba de catetos que habitualmente,
en su mente sucia y manipulable, deciden lo que yo, como ser libre que debería
ser, puedo o no puedo hacer, mirar, sentir o creer.
He vivido una época en que nos sentíamos libres e íbamos consiguiendo logros que viniendo de donde veníamos eran auténticas hazañas. Y hemos llegado a un momento en que cualquier canción es ofensiva, no hablemos del humor y ahora le toca al arte.
He comentado ya, creo que en otra entrada en mi blog o en algún escrito de Facebook, que en mi época podíamos cantar a grito pelado eso de Ayatola no me toques la pirola, bailaré sobre tu tumba, lo estás haciendo muy bien en una oda a una felación o quince años tiene mi amor sin miedo a que alguien nos señalara por pederastia.
En el arte estamos empezando a ser iguales. En este grafiti,
que hasta donde yo llego se puede enclavar en el arte callejero, en el que todo
es interpretable. Ha llegado la Santa Inquisición de Internet. Y resulta que es
denigrante y no puede estar a la vista. No te gusta, interpretas lo que tu
mente quiere, pues no lo mires
El arte, en la historia ha sido un motor de transmisión. Y
ahora debería ser igual, excepto para Torquemada y sus secuaces, o Talibanes de
Salón. Cuando hemos visto murales impactantes con tintes reivindicativos, otros
conceptuales, en que cada uno puede sacar sus propias conclusiones. Pueden ser
soeces, asquerosos, horribles, obscenos o impúdicos, pero eso también es arte,
le fastidie a quien le fastidie.
Me hace gracia esa caterva de mentes sucias, falsas
empoderadas, para las que hacer una procesión con un “coño” en lugar de una
virgen, no les resulta ni ofensivo, ni inmoral, ni procaz, y abogan porque es
liberación de la mujer, y argumentan que los demás no se pueden ofender, porque
en ese caso serían unos machistas reaccionarios, unos católicos intolerantes o
unos fachas (palabra que sirve ahora mismo para todo).
Repasaba de cabeza todo aquello que estas feministas de pan
y melón abogan por quitar. Cubrirán los genitales al David de Miguel Ángel o al
Manneken Pis, quemaremos o cubriremos con una manta Las Señoritas de Avignon,
La Maja Desnuda, el Hombre de Vitrubio o la Venus de Urbino de Tiziano, con la
mano en aquello ¡Valgamelseñol!
La venus de Milo, encima con los brazos amputados, ¿ofenderá
a los mancos?
Hay tantos ejemplos en la historia del arte. Imagino que se
habrán fijado en el David de Donatello, porque a lo mejor no les gusta la pose,
o les parece indecorosa.
Hemos llegado a una época en que el arte que siempre ha sido
algo transgresor, ha topado con aquellos que nos cuentan que es y que no es
correcto que pensamos, que veamos o que enseñemos a nuestros hijos, los que a
diario vemos que se la cogen con papel de fumar, de cara a la galería, pero que
en su fuero interno y en sus pensamientos sucios, intentan vomitar su realidad
plana y sin expectativas, la imposición de lo que ellos consideran debe ser lo
correcto o resulta denigrante para sus
pensamientos.
Dejadme libre para decidir lo que me gusta o no, dejadme
pensar por mi mismo, dejadme decidir lo que para mí significan las cosas.
Y sabes una cosa, a ti, ofendidito y ofendidita te lo digo “in
your face”