CUANDO ERA DIVERTIDO.
La vida me ha regalado, no sé si por formación o por
aprendizaje, un sentido de la ética grande. Y aquello que parece
maravilloso, a veces se convierte en un problema, porque cada vez me va haciendo
más selectivo.
Cuando hace más de 25 años comenzaba a dar los primeros
pasos por las redes, ni podía imaginar hasta dónde podían llegar, en lo bueno y
en lo malo.
He conocido a muy buena gente por estos lugares, a quienes
puedo considerar amigos, y que por supuesto he trasladado a la vida real, pero
he ido descubriendo una serie de personajes a través de los años, que cada vez
me van dando más asco. No los voy a describir porque imagino que cada uno
tendrá los suyos, es más, tengo el convencimiento que yo formaré parte de la
lista de algunos de vosotros, en cuanto a persona odiosa.
Hace un tiempo me decía mi hijo, te cuesta mucho sonreír. Y
me he dado cuenta que sí, me hace mucho más feliz estar rodeado de perros, como
me pasó el domingo, que estar con alguna gente, entrar en determinados lugares de internet o leer a
algun@s. Y, cuando uno detecta un problema, hay que solucionarlo, de
eso trata la felicidad, de avanzar.
Siempre he pensado que las cosas se pueden cambiar, que el
acceso a la cultura y la información harían que cada vez fuéramos una sociedad
más culta y avanzada, pero según va pasando el tiempo me voy dando cuenta que
el efecto es el contrario.
Ciertos grupos de Facebook, X o Telegram, se han convertido en un nido de analfabetos digitales que solo quieren llevar razón, y no sé si será mimético, pero a veces me veo reflejado en ellos y es una imagen que me disgusta mucho.
El acceso a
la información lo utilizan para darse la razón, no para informarse de la
verdad. Es lo que antes denominábamos “cuñaos” pero elevados a la enésima
potencia, que saben de todo y además lo intentan imponer basándose en no sé qué
criterios. Y les da igual que el contenido que comparten vaya en contra de la
razón o la salud, sean homófobos, xenófobos o vayan en contra de la libertad de
culto o de expresión, algunas veces incluso desde perfiles no identificables,
dónde se dedican a insultar o “trabajar” para unas determinadas ideas.
Por eso ha llegado el día de ir dejando lastre, simplemente
porque no tengo necesidad de leer “necedades”. En otros ámbitos de la vida no me
queda más remedio que aguantar, pero aquí se puede, con un click, ir quitando
aquellas cosas que no me aportan nada más que crispación y odio.
Cuando hace un año decidía apartarme del ruido de la
política, no sabía el peso que me iba a quitar de encima, ahora toca quitar un
poquito más.
Todo al final ayuda a formarte como persona, pero sufrir por
cosas que no tienen remedio, no es una actitud muy inteligente. Un año después.
mi pueblo, que es el entorno cercano que más me interesa, sigue igual, nada
cambia. Mi aportación no es importante, y los políticos según mi nimia opinión,
al final, solo están en política por dinero, casi nadie lo hace por mejorar la
vida de sus vecinos, lo hace por mejorar la suya propia.
Pues en las redes igual. Hay personas que lo utilizan para
sentirse importantes y además se lo creen, y nada más lejos de la realidad. Aprendices
de influencers, vendedores de todo, personas que intentan vivir de incautos. Pues para verlo y sufrir, como dicen en mi pueblo “¿pa qué?”.
Desde el convencimiento de que no yo soy tan importante como
para que se me eche de menos en determinados sitios, y además teniendo la
experiencia de que me sale hasta sarpullido cuando pienso que se me puede
identificar con ciertas personas, me iré saliendo de aquello que no me aporte, iré
bloqueando ciertos perfiles, y continuaré quedándome en aquellos lugares y con
aquellas personas con quienes me encuentre bien. No sé si seré más feliz, pero por mí que no quede.
No hay comentarios:
Publicar un comentario