No sé si os ocurre a vosotros,
pero a mí, en el día de salida de vacaciones me suelen pasar las cosas más
extrañas. No digo malas, porque siempre las cosas se pueden subsanar, pero
siempre se conjuran los astros para que algo me cambie los esquemas.
Recuerdo hace dos años, que el
ascensor de mi bloque, que en 20 años no se había averiado nunca, se averió
conmigo y con las maletas dentro, tuve que esperar una horita a que viniera el operario a
sacarme, y terminar de bajar las maletas por la escalera.
Así que, viendo el ejemplo, este
año miré el ascensor de reojo, me hice el valiente y pensé que no se iba a
repetir. Y efectivamente acerté. Coche bien, maletas bien, personal perfecto y
camino hacia Benidorm. Viaje muy bien, a pesar de ser comienzo de quincena. Todo
según mis esquemas de persona cuadriculada que le gusta mantener el control
sobre las cosas.
Siempre que vamos a allí
alquilamos en el mismo edificio: Primera línea de Playa, mucha altura que es lo
que nos gusta y unas vistas estupendas. Ya conocíamos el apartamento, planta 22
y reformado de hace dos años.
Si algo tienen que tener para mí las
vacaciones es la rotura de esquemas, salida de la rutina y sorpresas. Y este
año el destino nos tenía reservada la sorpresa a la llegada, y el apartamento
de la planta 22 no estaba disponible por una avería y nos dieron uno en la
planta 17.
Hasta ahí todo bien, pero cuando vimos la decoración que a los mismísimos Alcántara les hubiera parecido retro, nos miramos y no sabíamos si reír o llorar. Al final, el mobiliario en una habitación de playa termina siendo lo de menos, y más cuando la vida no la haces en el apartamento.
A mí realmente lo que me gusta es la vista que es espectacular y si encima toca que haya luna llena y se puede ver el camino que dibuja el rielo de la luna sobre el mar, perfecto.
Por lo demás, las vacaciones han tenido cosas especiales, porque ha estado unos días nuestro hijo con nosotros. Nos hemos bañado más que lo habitual, aunque sigo echando de menos que pueda Zyra bajar a la playa con nosotros, y más viendo el número de cerdos de dos patas que sí pueden disfrutar del mar, pero bueno las normas están para cumplirlas, aunque sean injustas.
Con Zyra estuvimos en una Peluquería canina
que nos habían recomendado Lovely Pedigree, Paqui un encanto y lo más
importante Zyra salió encantada. Recomendable 100x100 si alguien va con sus
peludos a Benidorm
Hemos paseado muchísimo, hemos
hecho muy pocas fotos, como es costumbre. Soy de los que piensan que los
momentos se viven (y las cabezas se cortan).
Entre las cosas nuevas que
hicimos fue visitar el Mercadillo del Pueblo, que me recordó al de Cabo de
Palos hace 30 años por lo grande que era. También visitamos la Iglesia de San
Jaime. Toda la vida subiendo al castillo y nunca nos había dado por entrar, allí
vimos a la Virgen del Sufragio que está en una capilla a la entrada.
El entorno como siempre,
estupendas vistas en el mirador, una estatua de un “cabezón” como decía un niño
que paseaba por allí y, sobre todo, la compañía, el sentirnos bien. Tampoco
necesitamos mucho para sentirnos bien.
Y muy importante, fui el campeón de
Chinchón, no penséis que estuve dándole al anisete que os conozco. Es que
cuando coincidimos de vacaciones solemos echar partidas de cartas al juego del
Chinchón y este año he ganado yo.
Las comidas bien. Ha subido todo una barbaridad de precio, pero el Cebón con Verduras del Murciano, los Helados y Crepes del Picnochio y el Suflé del Monterrey no son negociables.
Sí que se nota
que las franquicias han aprovechado la crisis para ir acaparando locales, ya
tenemos un Starbucks en el lugar de la cafetería a la que íbamos a desayunar
que tenía unas tartas de fresa espectaculares, un KFC al lado de la entrada del garaje
y un Pollo Popeye que es la po… que diría Little Nicky, en la esquina donde
antes vendían calzado.
En cuanto a la lectura, aparte de
los libros que tenía aparcados, he leído “Adiós, Pequeño” de Máximo Huerta. Es
muy entrañable. Recomendable si quieres que se te remueva el alma, y muy
recomendable para aquellos cuya vida va muy deprisa, convirtiéndose en una
huida hacia delante. La paz muchas veces está en aquellas cosas de las que escapamos en nuestra juventud.
Me he sentido bien y me he
relajado muchísimo en vacaciones. Un bañador, una camiseta, la mejor compañía,
buena lectura y un entorno amable.
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